Pues puestos a analizar la situación, dejando de lado optimismos o pesimismos, que opiniones y formas de ver lo mismo hay muchas, lo cierto es que se vuelve a repetir una situación "anómala" en el tan manido y añejo literato de la climatología en Canarias.
Estoy seguro que situaciones de estas se han sucedido en otras épocas y si no recuerdo mal hasta ha nevado en un mes de Junio en las islas. Pero esto no es lo verdaderamente importante. Lo relevante es la continuidad de fenómenos "anómalos" y su acaecimiento en breves intervalos de tiempo durante los últimos años.
Lo "normal" en nuestro clima, o a lo que estábamos más o menos acostumbrados hasta hace unos años, ha pasado a la historia. Aún así nos cuesta asimilarlo y mucho menos aceptarlo.
Quizá habrá que esperar 10 o 20 años más para ver si este tipo de dinámica permanece o vuelve a variar, quién sabe. Lo que está claro es que condiciones desencadenantes para observar unas perturbaciones así por nuestras islas fuera de época no son, ni mucho menos, habituales.
Que nos haya impactado más o menos directos, dejado más o menos lluvias, viento, etc, no es lo relevante. Sólo nos estamos quedando con síntomas y no con el síndrome. Vivimos en un pequeño territorio fraccionado en medio del Océano Atlántico, y salvando las frustraciones ombliguistas de algunos, lo realmente importante es la inmensa coordinación de eventos que cada vez más confluyen para generar estos desórdenes meteorológicos en nuestras latitudes.
Todos esos elementos en una época estival, temperaturas bajas en el norte africano, una borrasca conductora, senos de bajas presiones, un chorro conductor en niveles altos, humedad, anticiclón desplazado, altas temperaturas de las aguas marinas, etc; hacen de esta situación un suceso "extraordinario" y de alto potencial para generar daño. Y dudo sea solo una casualidad. Llevamos tiempo observando como el anticiclón azoriano se "desaparece" cada vez más a menudo cuando le toca salir a escena. No sería un problema si no fuese porque él es el protagonista de la función en el clima de nuestro archipiélago y sus continuos "escaqueos" puede traernos verdaderos problemas a nuestra ya de por sí maltrecha situación hidrológica. La cual, insisto, no se soluciona con dos días de lluvias severas.
En cuanto al grado de satisfacción personal, pues que decir. Lamentando los daños en cultivos y cosechas causados por el viento, siempre es de agradecer el agua que nos cae del cielo y más a las puertas del que se intuye uno de los veranos más tórridos de los últimos años o al menos eso es lo que nos han dicho los expertos tras la aparición del fenómeno de El Niño.
Las alertas activadas estuvieron acordes con la situación. Los modelos fallan mucho en nuestra zona así que ante tal incertidumbre y una situación anómala de potencial alto impacto lo mejor era prevenir.
En lo personal ayer disfruté observando la tormenta que se nos escapaba por el norte. Observé rayos, escuché sus truenos, llovió, aunque con acumulados inferiores a la situación "similar" de junio de 2020 y no hubo problemas con los vientos fuertes por mi zona.
Veremos que nos depara el verano y si las lluvias y tormentas se adelantan y nos visitan de nuevo como a finales de agosto de 2022.
Aquí dejo algunos mapas de aquel 'desalojo tropical' que nos afectó. Luego al mes siguiente llegó 'Hermine'. Para que luego haya quien diga que la meteorología Canaria es anodina. En fin...


