Interesante entrevista publica hoy el semanario XLSemanal ( perdon por la propaganda )... al Doctor en Medicina James Lovelock y la "entidad" Gaia, creo que viene ideal para éste Tópic... otra vision, muy curiosas algunas de sus declaraciones.... (es la revista que viene en el Diario de Avisos de hoy )....
Saludos.
PD. lo transcribo todo pues creo que no tiene desperdicio...
Ser el padre del ecologismo y defender la energía atómica puede sonar contradictorio. Para este científico, creador de la revolucionaria teoría Gaia, es algo totalmente lógico. XLSemanal habla con él sobre el futuro (negro) de la Tierra.
A James Lovelock le gusta madrugar. Carbura mejor por las mañanas, asegura Sandy, su segunda esposa. A sus 87 años, este controvertido científico británico vive retirado del mundo en un antiguo molino en Devon, al sur de Inglaterra; una propiedad de 14 hectáreas que ha convertido en bosques de claros herbosos.
Cruzado por un riachuelo, el lugar, dice, «vuelve así a manos de Gaia». Para este anciano de voz apacible, la diosa griega de la tierra es como de la familia. Hace 38 años bautizó con ese nombre una hipótesis revolucionaria que dejaba atrás la darwiniana ley de la selección natural (la «supervivencia de los más capaces») para sostener que los seres vivos no sólo compiten, sino que también cooperan para mantener el medio ambiente. William Hamilton, el biólogo que acuñó el término `gen egoísta´, dice de él que es un «Copérnico esperando a su Newton»; uno de esos hombres cuyas ideas marcan un punto de inflexión en la Historia. Sus memorias, Homenaje a Gaia (Ed. Laetoli), han sido recibidas como «el libro científico del año». Él, en cualquier caso, no le da demasiada importancia.
XLSemanal. Se le considera el padre del ecologismo. Pero su relación con los ambientalistas es un poco de amor-odio...
James Lovelock. Siempre he tenido una relación excelente con Los Verdes, aunque ellos saben que tenemos opiniones distintas en muchos temas. Es como en una familia, a veces no se está de acuerdo, pero se mantiene el vínculo.
XL. ¿Reconoce, entonces, esa paternidad?
J.L. Bueno, yo inventé el ECD, un aparato que, por primera vez, permitió evaluar la extensión mundial de la contaminación y descubrir los clorofluorocarburos (CFC) en la atmósfera, iniciando así la controversia del ozono. Soy parte implicada en todas estas cuestiones y la propia teoría Gaia aporta gran sustancia a las tesis ecologistas. No por ello tengo que estar de acuerdo con su política.
XL. Define la energía nuclear como «la única solución verde». Desde un punto de vista ecologista, suena a herejía, ¿no?
J.L. Lo sé, no gustó en absoluto. Hay que entender la historia. No hace mucho existía el peligro de una guerra nuclear entre Rusia y EE.UU. Una contienda de este tipo hubiera sido devastadora. Asociamos la energía nuclear con la tecnología capaz de fabricar una bomba o la contaminación radiactiva. Y es verdad, porque las centrales pueden producir plutonio. Pero eso no sucede con las de última generación, las más modernas. Creo, incluso, que son las más limpias, en términos de producción de gases de efecto invernadero, para crear el poder energético que necesitamos.
XL. Si le construyeran una central nuclear cerca de casa, ¿pensaría igual?
J.L. Preferiría una nuclear a una central térmica de aceite, gas o carbón. Tenemos que reducir el consumo de combustibles fósiles. En los últimos años hemos vivido demasiados apagones y escasez de energía. Necesitamos la energía nuclear.
XL. ¿Y los inconvenientes? Los residuos, los gases que se producen en la fase de enriquecimiento... Además, habría que construir muchas e invertir mucho dinero.
J.L. No pienso en la energía nuclear como una solución permanente, sino como una medida necesaria para afrontar una etapa muy difícil. La cuestión es si somos conscientes del precio de mantener nuestra forma de vida. Para que funcione necesitamos muchísima electricidad. Y las energías alternativas no son suficientes para mantener la civilización tal y como es hoy.
XL. Sin embargo, pueden ser una apuesta a largo plazo.
J.L. Tal vez, pero no son suficientes, no hay bastante viento para mantener la civilización. La energía solar, por ejemplo, puede ser una solución en España, pero no lo es aquí, en Inglaterra, o en el centro-norte de Europa.
XL. Algunos le acusan de defender a las grandes corporaciones con excesiva vehemencia…
J.L. No es verdad, sólo las pongo en su lugar. Es muy fácil atacar a las petroleras por causar buena parte del efecto invernadero; y así es, pero nadie nos obliga a comprar sus productos. Ellas ganan dinero porque compramos lo que producen. Los ecologistas también usan automóviles. Hay demasiada gente conduciendo demasiados coches y quemando demasiado combustible. Sería más justo si asumiéramos un mea culpa.
XL. Como científico, ¿es difícil esquivar las presiones de quienes financian la ciencia y la investigación?
J.L. Yo vivo en el campo. Mi vecino más próximo vive a una milla. Estoy felizmente casado. Mi vida no podría ser más completa. ¿Qué diablos podría ofrecerme el poder? Nadie me dice lo que tengo que hacer ni decir. La mayor parte de mis investigaciones han sido autofinanciadas. Nunca he recibido una subvención.
XL. ¿La vida en la Tierra, tal y como la conocemos ahora, cuánto puede durar?
J.L. Bueno, el planeta está envejeciendo. Como cualquier organismo vivo, yo, por ejemplo. Le quedan, al menos, 500 millones de años. No mucho más. Aunque no es poco, ¿no cree?
XL. ¿Cómo se puede calcular?
J.L. El aumento ineluctable del calor del Sol impone un límite temporal a cualquier vida en la Tierra. Eso la hace un poco menos fuerte de lo que era, y va perdiendo capacidad para autorregularse, por lo que hay que cuidarla más aún.
XL. Como a cualquier ser vivo, ¿no?
J.L. Así es. Es como si yo cojo una gripe. Tengo muchas más posibilidades de morir que usted, que es joven (risas).
XL. Antes de seguir, ¿podría definir Gaia en pocas palabras?
J.L. Digamos que la vida ha hecho mucho más que, simplemente, adaptarse a la Tierra. La ha cambiado para sus propios propósitos, igual que usted o yo mantenemos nuestra temperatura y composición química constante: por homeostasis, la sabiduría del cuerpo. La evolución es como un baile entre la vida y la materia. De esa danza surge la entidad que llamo `Gaia´.
XL. ¿Qué fue antes, la vida en la Tierra o Gaia?
J.L. La vida apareció primero y Gaia después. La vida debió de surgir en unos pocos puntos y, paulatinamente, se extendió, colonizando la Tierra. Y, a medida que se extendía, comenzó a influir sobre la química y la física del planeta dando la oportunidad de evolucionar al sistema Gaia. Sin la vida, Gaia no existiría, ya que interactúa con ella.
XL. ¿Quiere decir que si no hubiera surgido la vida, la Tierra no se habría adaptado para cuidar de ella?
J.L. Eso es. Si no hubiera suficiente vida en el planeta, la autorregulación fallaría. Hay muchos organismos, como las algas, los árboles, que son muy importantes en el sistema.
XL. La comunidad científica recibió con recelo, o rechazo, su hipótesis. ¿Si le hubiera dado un nombre más ortodoxo, en vez del de una divinidad griega, todo hubiera sido más fácil?
J.L. Sin duda, aunque no me arrepiento del nombre ni por un momento. Me lo sugirió William Golding [autor de El señor de las moscas, Nobel de Literatura en 1983]. Gaia incluye el lado intuitivo de la ciencia, así como su parte más racional. Convierte la teoría en una presencia personal, más accesible a los profanos. Aun así, ha sido una dura batalla.
XL. Darwin decía que «la selección natural favorece a los mejores». Usted puntualiza que «la selección natural favorece a los que mejoran». ¿Qué significa eso exactamente?
J.L. Que la naturaleza favorece a aquellos organismos que aportan elementos al medio ambiente favorables a la supervivencia de sus descendientes. La Tierra se mantiene a sí misma viva, regulada por todas las cosas pequeñas que cobija y por la interacción con los elementos no vivientes, que también forman parte del sistema.
XL. Su hipótesis fue formulada hace 38 años. ¿En qué medida ha ayudado a que apreciemos más nuestro planeta?
J.L. Me entristece decirlo, pero Gaia llegó tarde, probablemente con 50 o 100 años de retraso. Si alguien hubiera formulado esa idea en tiempos de Darwin, no estaríamos en este lío. Habríamos cuidado mejor la Tierra.
XL. Pero esperar de los tiempos de Darwin una visión del planeta como la de Gaia, ¿no es mucho pedir?
J.L. (Risas) Claro, los programas espaciales, por ejemplo, han hecho más por esa visión de la Tierra que cualquier otra cosa. Nos han permitido acumular un inmenso conocimiento que, de otra forma, hubiera sido imposible adquirir.
XL. Precisamente, en su libro cita al astronauta Jim Lowell, quien, al ver la Tierra desde el Apolo XIII, sintió que su hogar era, no su casa, su ciudad o su país, sino todo el planeta...
J.L. Ése es el logro más importante de toda la aventura espacial; más que descubrir la inmensidad del universo, tener la oportunidad de ver y sentir el maravilloso planeta que habitamos.
XL. Usted posee un doctorado en Medicina. ¿Por eso considera la Tierra como algo con «órganos vitales», regiones clave que, si se debilitan, ponen en peligro la salud global?
J.L. Así es. Los bosques tropicales son un ejemplo revelador. Una vez talados, raramente se recuperan. Las selvas de la Amazonia y Malasia no reaccionan bien a la deforestación y caminan hacia la desertificación. Esto se debe a que fabrican su propia lluvia. Si ésta no cae, los desiertos se extienden y el clima se calienta. Tenemos que detener la destrucción de los hábitats naturales; son un elemento clave para mantener la atmósfera y el planeta constantes, condiciones necesarias para nuestra existencia.
XL. Los ingenieros genéticos creen que el rubisco, la enzima responsable primaria de la fotosíntesis, podría ser manipulado para trabajar mil veces más rápido. Los árboles podrían brotar en semanas. ¿Este tipo de descubrimientos son una bendición o una amenaza para nuestro futuro?
J.L. No lo sé. Desde la perspectiva de Gaia, me parece innecesaria cualquier preocupación sobre la ingeniería genética. Las mutaciones han ocurrido siempre de modo natural. En lo que a Gaia se refiere, es un acontecimiento menor.
XL. ¿Sobrevivirá la Tierra al ser humano?
J.L. Gaia existe desde hace más de 3.500 millones de años y ha sufrido envites mucho peores: devastadoras explosiones volcánicas, cambios climáticos radicales..., pero ha seguido adelante. Lo que está en peligro es la civilización. Los humanos multiplicándose sin control. No se puede cultivar el planeta entero, aunque sea con agricultura orgánica. Las consecuencias serán gravísimas. En serio, escasean las evidencias de que nuestra inteligencia individual haya aumentado a lo largo de la historia.
XL. ¿Cree que con otro sistema económico la situación no sería tan desesperada?
J.L. Cada uno a su manera, todos acaban por dañarla. Si te concentras en el bienestar de las personas, es muy fácil olvidar el del resto del planeta.
XL. Ha pronosticado que, incluso si dejáramos de quemar combustibles fósiles, el calentamiento continuaría otros 50 años más. O que el Ártico se descongelará dentro de 25 a 40 años...
J.L. La cuestión es saber si pasamos ya el punto de no retorno. El planeta se mueve hacia un estado en el que estaba hace 55 millones de años, con subidas de temperatura en el hemisferio norte de unos 8 Cº y de unos 5 en los trópicos. Tenemos que ponernos manos a la obra, proteger el mundo en que vivimos.
XL. ¿El Protocolo de Kioto es una herramienta eficaz?
J.L. Ha sido una tentativa valiente, un logro de la ideología Verde, pero llegó tarde. Kioto no es más que un intento de apaciguar al sistema de autorregulación de la Tierra. Los intentos de Gaia por restablecer su propio equilibrio pueden acabar eliminando la civilización y a la mayor parte de la humanidad. Si Kyoto hubiera sido introducido en el año 1900, por ejemplo, habría podido ser muy útil, pero a estas alturas suena a broma.
XL. En 1973 ya advirtió sobre los excesivos niveles de ozono en el aire. ¿Estaríamos mejor ahora si le hubieran hecho caso?
J.L. Sería muy bonito pensar que sí. Tal vez nos hubiéramos empezado a preocupar un poco antes. Aunque todo siempre lleva su tiempo. Kioto lleva nueve años siendo aplicado y muy poco ha cambiado desde entonces. Los políticos intentan demostrar que tienen respuestas, pero sólo tratan de ganar tiempo.
XL. De hecho, siempre se queja de que los ecologistas, los medios y los políticos sólo prestan atención cuando ya es tarde.
J.L. Exactamente. Pero las cosas empiezan a cambiar. Ahora, pocos políticos se atreven a omitir en su ideario el cuidado del medio ambiente. Aunque todavía hay mucha gente que niega que el cambio climático exista siquiera.
XL. ¿Es verdad que ningún político se ha interesado tanto por Gaia como lo hizo Margaret Thatcher cuando era primera ministra del Reino Unido?
J.L. Así es. Eso no significa que esté de acuerdo con ella, pero era alguien increíblemente consciente de los problemas ambientales. En 1988 dio un discurso en la ONU anunciando que formarían parte de la agenda política al final del siglo. Fue de una clarividencia absoluta. Muchos pensaron que estaba loca, cuando había problemas «mucho más importantes» que atender entonces, con la Guerra Fría aún activa.
XL. Usted ha participado en los grandes debates sobre el medio ambiente: CFC, ozono, energía nuclear… ¿tan difícil es encontrar el consenso en cuestiones medioambientales?
J.L. Nadie está en posesión de la verdad. Para avanzar, se requiere sentido crítico y apertura de mente. La gente sólo piensa en sí misma. La mayoría de los humanos vive en ciudades y se preocupa por cosméticos, coches o moda. Nunca piensa en las consecuencias sobre la naturaleza. ¿Qué se puede esperar?
XL. También ha estudiado los efectos de los rayos UV sobre la vida en la Tierra. ¿Cómo afectará al ser humano la degradación de la capa de ozono?
J.L. Ése es un asunto trivial, otra de esas cosas `humanas´. Los niveles de incidencia de los UV en el norte de Europa, incluso en España, son ocho veces inferiores a los del altiplano de Kenia y otros lugares de África o del Trópico. Allí no verá un animal ni una planta abrasado por los rayos solares. Sólo afecta a los seres humanos de piel blanca. Se ha creado una alarma desproporcionada al respecto. Incluso si la capa de ozono desapareciera, no creo que causara tanto daño al sistema terrestre. Gaia evolucionaría rápidamente para protegerse a sí misma.
XL. Desde ese punto de vista, el ser humano aparece como el más débil de todos los seres del planeta...
J.L. En lo que se refiere a los rayos UV, así es. El hombre blanco, para ser más exactos. Una vez en Suráfrica, cuando el tema del ozono estaba en su apogeo, recuerdo que vi una pintada que decía: «Compra aerosoles y acaba con los blanquitos». O sea que el problema depende de la perspectiva desde la que se mire.
XL. Usted participó en proyectos de la NASA, como Viking, que analizó Marte. ¿Hallaremos vida en el espacio exterior?
J.L. Ni idea, pero me sorprendería mucho que no hubiera alguna forma de vida. Aunque estoy casi seguro de que no se ha desarrollado hasta el punto en que la encontramos en la Tierra. Durante la mayor parte de su existencia, la vida aquí ha sido bacteriana. Sólo muy recientemente han surgido los animales. Así es como imagino que sean otras formas de vida en el universo.
XL. Cuando habla de Marte, dice que estamos más interesados en encontrar vida tal y como la entendemos en la Tierra que en conocer el sistema solar. ¿Cree que se busca un lugar alternativo para los humanos?
J.L. Espero que ése no sea el motivo principal (risas). Me preocupa que se crea que, si las cosas van mal aquí, quizá podamos irnos a Marte. Significaría que habremos convertido este planeta nuestro tan bello en una ruina. Es horrible e inmoral.
XL. Quizá así, ya puestos, podamos destruir Marte también...
J.L. Es, probablemente, lo que haríamos.
XL. Acabemos con algo más amable. Usted ha conocido a numerosos premios Nobel. ¿Sueña con ganarlo alguna vez?
J.L. (Risas). Los premios son importantes, aportan una gran autoridad al premiado. Pero no hay peligro de que me den el Nobel. No encajo en ninguna de las categorías, mi trabajo abarca varias disciplinas. Aunque, en cierta forma, es una pena –disculpe si parece que lanzo una candidatura–; ayudaría a que la gente entendiera la importancia de Gaia, la idea de que formamos parte de un planeta sobre cuya estructura influimos notablemente.
Fin....

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Perdonen la manera de transcribir el reportaje/entrevista, per la web cambia constantemente.... disculpas.